
Las prioridades de la Pastoral Juvenil Salesiana en el contexto actual de la Congregación.
Un discurso vibrante y pedagógico emitió el sacerdote Miguel Ángel García, consejero para la Pastoral Juvenil Salesiana, en la tercera jornada de la Asamblea General de IUS que se cumple en Roma, en la que participan el Canciller y dos vicerrectores de la Universidad Salesiana de Bolivia. El título de la conferencia fue: Las prioridades de la Pastoral Juvenil Salesiana en el contexto actual de la Congregación.
El disertante partió del principio que cualquier pastoral en una Universidad Salesiana se debe dirigir a toda la comunidad educativa y tomar nota de las cuatro grandes autopistas por donde se debe cumplir con esta propuesta. La primera, el aula, donde se cumple el proceso aprendizaje – enseñanza, porque en el aula ingresa nuestra enseñanza del humanismo cristiano; segundo, el liderazgo y la cultura organizativa, donde clarificamos la función del líder y nos permite reflexionar sobre qué tipo de pastoral hacemos; tercero, los espacios físicos y los espacios para propuestas que contamos para encarar nuestra tarea; cuarta, los educadores y la comunidad educativa, es decir el ambiente que creamos con las personas. Es a este último punto al que se refirió posteriormente durante su conferencia breve y contundente. Estos fueron los puntos destacados:
Lo realmente importante en nuestro proyecto son las personas con el carisma salesiano, desde donde se alimenta lo identitario. Nos ayuda a descubrir el sentido de la vida, da sentido a la universidad, conjuga la secularidad del mundo con el Evangelio. Para cumplir con esta tarea se requiere docentes comprometidos con el proyecto, quienes deben tomar en cuenta estos ocho criterios:
- Criterio evangelizador salesiano. Educamos desde el amor y la libertad, no renunciamos a proponer un proceso personal. ¿Por qué el amor? porque es el vínculo de la comunidad afectiva. Un docente analfabeta emocionalmente no puede ser docente salesiano, esa es una persona rígida tampoco ser bipolar. Debe establecer un vínculo de confianza.
- La integralidad. Educamos a toda la persona cuidando del ambiente y el grupo. No nos quedemos en el grupo, la persona individual cuenta.
- Actuación ética ejemplar. El eje es ético y busca el bien de la persona, lo que requiere de docentes equilibrados y testimonio en todo momento.
- El factor emocional. Consiste en ayudar a elegir, apoyar a lo que los alumnos se sienten llamados, a mostrarles un proyecto de vida, a ser personas con vocación
- Criterio del estilo educativo. Es una relación familiar, es nuestro modo de hacer pedagogía, con un sello propio.
- La interculturalidad, el pluralismo. Estamos llamados a cuidar la cultura, respetar el entorno.
- La dimensión social de la caridad, se refiere al aspecto sociopolítico, lo que para las universidades jesuitas es número uno en sus prioridades. Es un compromiso importante para nosotros, por el signo de compromiso que enseñamos.
- Criterio de las conexiones, porque trabajamos en los mismos procesos educativos y es necesario buscar formas de integración.
En síntesis, el saber científico, cultural y pedagógico debe ir acompañado de un sentido vocacional y de misión
Al referirse a los educadores apuntó que encuentra tres tipos de educadores que frecuentan nuestras casas de estudios superiores.
a) Están los indiferentes, algunas veces son también los opositores. Su trabajo es simplemente una misión
b) Los que trabajan por una misión. Suman misión y vocación, consideran el hecho educativo como una tarea diferente.
c) Un grupo cristalizador. No solo visión y pedagogía ya que tiene que ver con su fe y son docentes creyentes en una entidad universitaria.
Debemos abrir los ojos al mundo, con afectos propios y descubrir una lógica distinta de vivir y actuar del que se nos presenta, desenmascarar el pecado estructural; proclamar que es posible una salvación. Es importante enseñar a ver el mundo. Nuestra pastoral debe ayudar a ver determinadas realidades, porque hay estudiantes que no han salido de su mundo del celular y TV. Los estudiantes deben asomarse al mundo complejo, al mundo más herido. La manera de ver la realidad, darse cuenta de otras formas de vida, para que puedan transformar la vida de estos jóvenes.
Hacemos una pastoral de inteligencia para ayudar a entender, criticar, proponer. Nuestra propuesta lleva a la transformación social, el Papa nos habla de una iglesia en salida; hablemos de una universidad que sale al encuentro de los más débiles. Este compromiso por la justicia debería formar parte de nuestra cultura organizativa. No es un añadido, implica educar en el tema de la ecología ambiental, que no es ambientalismo, es una categoría que trasciende el lenguaje de las matemáticas, biología, es el grito de los pobres. Acá es donde los docentes ayudan a entender la realidad.
A continuación García cambió la dirección y enfocó su mirada hacia los estudiantes con estas expresiones: Hoy no podemos pretender continuar con un itinerario igual al que teníamos trazado. No sabemos hasta dónde ha calado nuestro mensaje. Porque los signos que recibimos son evidentes: No hay una socialización religiosa primaria; los alumnos no tienen una cultura religiosa; en algunos contextos, muchas familias son fruto de un bautismo sociológico, quienes asiste a la liturgia y en la práctica no tienen una vida cristiana.
Hay un estudio del grupo Pinardi con los jesuitas y que lleva el nombre “Sobre hombros gigantes”, nos habla de la segunda generación de los migrantes, un fenómeno de este tiempo. Estos muchachos que vienen de otros países, pierden sus raíces religiosas y muchas de sus costumbres, excepto los marroquíes, que tienen una fuerte vinculación con la familia, es decir van a la mezquita y siguen su credo. Nos enseña a asumir itinerarios individuales y no siempre proyectos grupales. Nuestro modelo pastoral se base en grupos a veces bajo la forma de asociacionismo. Ahora se debe hablar de pertenencias flexibles, abiertas a cambios, por tanto redoblar nuestros esfuerzos para nuevos recorridos pastorales y llegar a todos desde esta nueva perspectiva.
Hoy nos encontramos frente a una realidad plural, donde conviven los creyentes y no creyentes, por tanto no es fácil hacer agrupaciones, porque hay caminos diversos, plurales. ‘No se puede dar café a todos’. Por tanto no podemos responder con un repertorio destinado a sectores practicantes. Lo que funcionaba como pastoral en otros tiempos, quizás no sirva para ahora. Se requiere modelos renovados, cambios en la propuesta de la fe. Quien quiera aprender a rezar que la encuentre en nuestros campus, quien necesita un acompañamiento personal que lo encuentre en nuestros ambientes. Las nuevas ciencias se diversifican curricularmente, por qué no hacer lo mismo en pastoral.
Los horizontes de cada persona hoy no son predecibles como lo era antes. Vivimos un periodo de incertidumbre laboral, de ideales lejanos. Estos jóvenes tienen que confrontarse con la realidad. Las biografías nos muestran que estos muchachos viven en incertidumbre. En este punto es importante el acompañamiento y la acogida, a través de la tutoría y del diálogo pastoral. Tiene que haber espacios de escucha. Se trata de conversaciones más que de catedra, que exige personalizar. Se trata de los valores éticos, de sus sueños, todo esto lleva tiempo, por tanto es una opción de la institución el asumir este nuevo desafío.
Hicimos la opción de cuidar, y quiero detenerme en este verbo evangélico, que además pertenece a la tradición salesiana. El verbo cuidar tiene una conjugación nominal, se puede conjugar de manera reflexiva; cuidarme, cuidarte, cuidarnos. Es un signo de la iglesia samaritana que los alumnos están esperando, que implica que estemos siempre atentos a ellos. Cuando los jóvenes dejen la universidad deben echar de menos lo que hicimos por ellos.
. Hay que relanzar lo pedagógico, echar mucha pedagogía como respuesta a este mundo diferente de los jóvenes. El estilo de animación debe ser algo, estratégico, que abra horizontes.
Vivimos en el mundo de la provisionalidad. Los muchachos se preguntan qué lugar ocupo en la sociedad, el de los menores o el de los mayores. Uno empieza a no ser joven cuando vive con preocupaciones de adultos, pero la sociedad no lo considera adulto. No tiene estabilidad social ni económica, porque este factor es la llave para aceptar otras dimensiones de la vida. Sin autonomía no se va muy lejos en el mundo afectivo. Viven una etapa de transición que dura años, por tanto son sujetos muy frágiles
Hay que ayudarlos a prepararse para la vida del después, para que viva en ese mundo. Nuestras propuestas tienen que ser ‘escuelas de vuelo y no de nido’ debemos enseñarles a volar.
Estos jóvenes buscan una identidad personal. La película ‘Una vida en el mundo’ puede ilustrarnos esta situación. Es la historia de un joven argentino que retorna al hogar esperando reencontrarse con el pasado, pero todo cambió. El personaje (Ernesto) se da cuenta que aún no ha encontrado su lugar en el mundo, pero que todavía tiene mucho tiempo para ello. Tenemos casos como estos en nuestras universidades. Personas que no tienen gente conocida, a lo mejor solo vienen a hablar un rato con nosotros. Están en una edad difícil; lo que menos ganas tienes es tomar decisiones. Los jóvenes se enfrentan a muchas preguntas, no son preguntas nuevas sino urgentes. Se percibe que las decisiones que tomarán serán trascendentales, que pueden condicionar su futuro. No tiene razón retornar a la infancia y adolescencia, quieren saber qué les espera en la vida.
Pastoralmente, es importante hacer experiencias verdaderas y perdurables, experiencias que se puedan trabajar, que puedan dar sentido a la vida, experiencias de todo tipo, que obliguen a los jóvenes salgan de sus zonas de confort. Hablamos de una pastoral que posibilita experiencias.
Las dificultades del diálogo con los jóvenes no son pocas. Si se quiere llegar a fondo no solo importa la convivencia con el otro sino buscar en profundidad, será descalzarse para entrar en la experiencia de sacralidad del otro, vibrar con la experiencia de la otra persona; el diálogo debe convertirse en una verdadera comunión.
Se debe añadir otros rasgos que tienen que ver con los factores culturales, que es un lugar más que geográfico, es antropológico, es ver el modo de vida. Estar atento porque ha llegado un nuevo camino de entender. Se llama escucha y aprendizaje. La pastoral tiene que decir mucho, pero antes tiene que aprender. El enriquecimiento pastoral es un enriquecimiento mutuo. Es el diálogo de la fe y la cultura, de la fe y los saberes, del salesiano y los jóvenes.
Necesitamos educadores propositivos, aquellos que sepan vencer el miedo con fe y superen la indiferencia con ese amor que salva. ¿Qué hacemos con el panorama de indiferencia de los jóvenes de hoy? Nos damos cuenta que somos una iglesia poco samaritana. Estos jóvenes de hoy no aguantan un discurso de siete minutos. A veces nuestra propuesta de fe no les habla de su itinerario de vida. Será importante el testimonio de vida que transmitamos